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El Rincón de Brunox

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jueves, 2 de marzo de 2017

SOMOS MANADA, VOSOTROS REBAÑO. by Miare's Project

18:06

Somos miles de sombras que no se ven.

Somos miles de cadáveres que un día se levantaron. 
Somos juguetes rotos en un almacén.
Somos miles de gritos empoderados.

Somos los pecados de los pecadores,
las víctimas de la tiranía de su merced,
somos comida para extorsionadores.
Somos graffitis de lucha en la pared.

Somos el nacimiento de un hito,
somos la marca del puñal en la espalda.
Somos los dioses de este nuevo mito,
somos la sangre que empuña la espada.

Que ser somos poco pero somos muchos,
¿y qué si del mundo somos sólo el suelo?
Titán agrandado, ¿sabes ya porque lucho?
Pues desde aquí abajo sujetamos el cielo. 

Así que adelante, pisa una vez más. 
Que ya bajo tus pies no encontrarás la tierra.
Si sabes que esta suela es la que te sustenta,
¿qué haces mordiendo la mano que te alienta?

Que no, que no somos ya simples niñatos,
que no, que no somos críos insensatos.
Que sí, hemos sido perros apaleados
por no querer conducir con fascismo este ganado. 

Y dime, ¿qué piensas? ¿Qué tengo, me tientas?
¿O duele saber que ya no hace daño?
Si unidos nosotros somos manada,
y unidos vosotros un simple rebaño.



Otro maravilloso texto escrito por Miare's Project el cual me gustó demasiado. ¡Compártelo!

miércoles, 15 de febrero de 2017

ES UN SIMPLE CHISTE

20:35
He escuchado millones de veces la misma cosa dirigida hacia mí. Algo que, quien lo dice, es divertido y que no debería enojarme por ello, ni sentirme mal. Es un simple chiste. Sí, es un chiste para ustedes, un chiste para varias personas que, por decirlo así, son huecas de mente. Ese CHISTE quita vidas, arruina adolescencias o vidas enteras. Eso, dicho como broma o no, es doloroso, siempre lo fue y, créeme, que siempre lo será.
Déjame decirte, a vos querido amigo, que ese chiste lastima y mucho. Alrededor del mundo niñas y niños, de tu edad o más chicos, se quitan la vida por la simple razón de no soportar ser la burla y el juego de sus compañeros, de sus vecinos y hasta de su propia familia. No lo soportan y lidian con eso todos los días de su vida hasta que dicen: Ya toqué fondo. ¿Querés saber cuál es su fondo? Su propia vida, eso mismo es lo que juega cuando ellos tocan fondo. Muchas veces, las personas que dicen tocar fondo, no juegan su vida por los comentarios de los demás, pero pierden muchas más cosas que su vida. Pierden la emoción al vivir, sintiéndose muertos en vida. No tienen sonrisa ni brillo en sus ojos.
Alrededor de todo el mundo mueren más de 10.000 chicos a causa de bullying, chicos de tu edad o de la de cualquier familiar tuyo. 
Aún, la gente, piensan que sus palabras solamente se las lleva el viento, que no lastiman o miles de cosas parecidas, pero una palabra puede hacer bastante herida a una persona insegura de sí misma. 
Tu juego mata.
Lo que te parece chistoso a vos, lastima a los demás.
Si conoces a una persona que está haciendo esto y sos alguien importante o cercana a él, deberías hacérselo saber, estarías salvando alguna vida o algo más.
Si conoces a alguien que está sufriendo esto, bríndale tu compañía, lo mejor que le podrías dar es eso.

Si vos estás pasando por algo así busca ayuda, eso es lo mejor que podés hacer para auto-ayudarte. TE PUEDE INTERESAR si estás pasando por algo así. FUERZAS.

sábado, 11 de febrero de 2017

NO EXISTEN LOS DIOSES

12:20
Mi camino ha sido escrito por los Dioses de los cuentos.
Esos reyes delincuentes, profecías de un lamento.
Las deidades de los libros que obligaron a leer
a los padres y a los niños ante cada amanecer.
Mi camino ha sido escrito por aquellos inventados.
“No es milagro y no es juicio, ni purezas ni pecados.”
En su día el no creer hubiera sido un privilegio,
pues pensar que no hay destino era y es un sacrilegio.
Mi camino ha sido escrito por los pasos que yo he dado.
No me guía en mis asuntos un divino ídolo alado.
Y he andado ya perdida, he marchado dando tumbos.
¡Lo he pensado tantas veces, siempre ha sido rechazado!
Que no cabe en mi libreta libertad para dos mundos.
Pero atea confesada o convencida nihilista.
Yo dibujo, yo escribo, y me permito ser artista.
Y no es justo impedirme el soñarlo por un día.
Así que creo haciendo rimas esta dulce alegoría.
A la gente le atrae iniciar por el comienzo.
Por el día que era blanco el terreno de su lienzo.
Pero ya que soy creadora, como dicto en este título,
hoy prefiero yo empezar por el último capítulo.
Al final ha habido sangre, al final siempre hay dolor.
He jugado con alambre a enjaular la compasión.
Yo quizás he ejecutado, pero hubo un Dios autor,
que empezó por anular la que había en mi interior.
Tiempo antes era niña, y como todos, inocente,
pero el paso de los años me volvió una irreverente.
Insulté de esa forma a la que me dio a luz,
a la Diosa que o da vida, o te clava en la cruz.
No entendió aquella Diosa que yo no tuviera paz
y ya sabes, no está hecha una madre para odiar.
Me dejó seguir los pasos del error adolescente
pues sabía que la Vida me lo iba a reprochar.
Años antes era sólo la semilla de otro ser,
por entonces no tenía aún nada que perder.
Cuando naces te aseguran que la vida es un presente,
te la dan y te abandonan en este mundo demente.
¡Qué regalo es entonces! ¡Te abandonan a tu suerte!
Esta tierra la controlan seres de sangre caliente.
No importa cuánto aguantes, prematura es la muerte
cuando instauran nuestros Dioses un invierno inclemente.
Tú caminas sobre el fuego, haces tus pies a las brasas,
no estás sólo en tu enojo cuando no existe piedad.
Ves a ídolos mover con facilidad a masas
y preguntas “¿no lo ven? ¿Están ciegos de verdad?
Pero yo sólo he presenciado
un pedazo de la historia.
¿Sabes qué es un colectivo?
Colectivo es memoria.
Viajemos al pasado,
un poquito más atrás.
Conozcamos a los Dioses del
“tú da y te darán más”.
Está lleno este orbe de personas bondadosas,
interés en pocos gramos y acogidas calurosas.
Gente buena que ahora peca pues no tienen ni zapatos
caminantes extraviados, de los Dioses garabatos.
Somos juego para ellos, aburridos ya del cielo.
Somos hijos, sin embargo nos observan con recelo.
Somos fichas, son tablero,
son las normas, somos premio.
Somos letras de leyenda
faltas de juicio certero.
Somos vidas condenadas a un destino
somos víctimas del Dios del duro azar.
Pues él lanza unos dados, nuestro sino
es rezar por no ir andando en su camino
tiranía es la tirada
y a los pobres va a pisar.
Y ahora dime, ¿aún prefieres profesar que son deidades?
Excusar nuestros errores bajo el hado de animales.
Pretender que es el fallo desgraciado de un coloso
es más fácil que asumir que este mundo es doloroso.

Hoy día les comparto un poema original de Miare's Project. Espero que les guste tanto como a mí.


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jueves, 9 de febrero de 2017

EL CUENTO DE HANNAH. (Historia)

15:26
Este cuento comienza con una chica; esa chica soy yo, me llamo Hannah. Dejad que me presente, así podréis conocerme mejor, pero para ello, tenemos que remontarnos a cuando yo tenía 10 años. Yo era una niña como cualquier otra a esa edad, tenía el pelo rubio y rizado, muy largo, de echo tan largo que tenía que recogérmelo siempre en un pañuelito. Mis ojos eran azules y a menudo mi abuela los comparaba con el cielo. Decía que mis ojos eran estrellados e infinitos como la galaxia, pues hasta ahí llegaban mis ganas de vivir, de aprender y jugar. Mi familia no era muy grande, pero estábamos muy unidos. Mi papá trabajaba en el campo y mi madre era profesora. A mi me molestaba bastante ver a mi madre en el colegio por que eso suponía que no me la quitaba nunca de encima. A veces, cuando salía de casa, antes de ir a clase con mis amigos, ella, en medio del aula, me daba mi bocadillo y me decía:
-Hannah, te haz vuelto a olvidar tu bocata bebe.- Y eso me sacaba de mis casillas. Mis compañeros se empezaban a reírse y ella empezaba a tirarme del moflete. Mi padre era un hombre muy trabajador, siempre estaba en movimiento, se mantenía en buena forma y estaba bastante moreno por el sol. Mi abuela vivía con nosotros y era mi mejor amiga. Cada día, a eso de las 7 de la tarde, nos sentábamos juntas a ver la puesta de sol, y ella me hablaba de tantísimas cosas, me hablaba del cielo, era tan lista, tan culta, tan inteligente. Me contaba cosas sobre las estrellas, las galaxias, no sé, sobre los planetas por ejemplo, me hablaba de lo que hay más allá de lo que podemos ver, del mundo que existe fuera del nuestro propio. Y finalmente estaba mi mejor amigo: mi perro "Puki", un pastor muy juguetón y gamberro. Puki llegó a casa cuando yo tenía cuatro años y para mí era como mi compañero de viaje. Todas mis trastadas habían sido con el, mis excursiones al bosque habían sido con Puki, todos mis ataques de risa, hasta que se me cayeran los mocos, habían sido con Puki. Todas las noches, mi familia y yo nos sentábamos en la mesa. Cenábamos de todo, pues mi padre se ganaba bien la vida trabajando en el campo. De postre comíamos pan y chocolate y mi madre me limpiaba la comisura de los labios con sus besitos. A la hora de dormir, venía mi padre a darme un beso de buenas noches, mi abuela a leerme una historia sobre la luna, y mi perro a acurrucarse a mi lado, y abrazarme durante mis pesadillas. Todo era feliz, teníamos una vida normal, una familia normal, y unos amigos normales. Mi madre se quedó preñada y yo no podría estar más contenta. Siempre había querido tener un hermano, o una hermana, me daba igual, lo que tuviera que salir de ahí. Quería compartir el mundo que yo conocía con alguien más pequeño, alguien vacío de ideas, quería enseñarle la infinidad del firmamento, quería enseñarle la pureza de las flores, quería enseñarle la energía del bosque, quería enseñarle mi mundo en general. Pero, por alguna razón, a mis padres ya no les gustaba tanto mi mundo. Yo era muy joven, no podía comprender lo que pasaba, oía palabras sueltas, crisis, sequía, hambre. Si, quizás no comprendía lo que pasaba, pero lo que si que estaba entendiendo es que mis padres no eran felices. Y de repente tener un hermanito, no era una buena noticia. Me miraban con pena y preocupación, pero nadie quería explicarme nada. Sentí que eran condescendientes conmigo, que me mentían, que me engañaban, que algo no iba bien y que el mundo me miraba con pena, por que yo iba a ser la más perjudicada de ello, y ni siquiera sabía que estaba pasando.
Crisis, sequía, hambre
Crisis, sequía, hambre
Crisis, sequía, hambre... Y guerra
Esa es la única palabra del mundo que puedes decírsela a un niño, y te va a decir que no la entiende, a la vez que te demuestra que ya sabe que es algo malo. Esas noches lloré mucho por la impotencia, no sabía mucho de la guerra pero por lo poco que había escuchado, prefería no saberlo, y encima nadie me había querido hablar del tema, nadie quería decirme qué iba a pasar... Nadie.
Mi perro Puki me lamía las lágrimas de la cara todas las noches, para ese momento los adultos ya estaban demasiado ocupados hablando de la guerra como para venir a acomodarme, y simplemente se apagó la luz un día más.
Pasaron unos meses y el nerviosismo de mi familia iba peor. Oía a la gente hablar de la sonada guerra, pero yo no la había vivido, existía el miedo pero no había llegado el terror. Me sentía extremadamente enfadada de que los adultos andaran nerviosos. Fui sabiendo más cosas de la guerra,decían que había bombas, sangre y gritos. Decían que la guerra traía devastación, miseria y desesperación, decían tantas cosas malas de la guerra... Pero yo no las veía. Oía que andaba lejos, por ahí, pero yo no la veía. En mi cabeza, la guerra era un gigante horrible que llegaba a tu casa y levantaba el techo, se tragaba a tu familia y luego pudría el suelo allá donde dejaba la huella. Pero yo no veía ningún gigante asomarse a mi poblado. Y de repente un día todo volvió a tener luz; nació mi hermana. De un momento para el otro, mi familia ya no tenía esa preocupación encima, estaban felices. Mi hermana fue como un faro, un foco de luz en los brazos de mi madre. Yo creo que mi hermana llegó para alegrarnos a todos, o al menos eso pensaba en ese momento. Mi padre me cogió entre sus brazos, y me sentó en sus rodillas para que yo pudiera ver como mi madre le daba el pecho a mi hermana, Norah se llamaba, y ahí estaba yo, viendo como mi hermana le chupaba la teta a mi madre, y me agarraba la mano con sus deditos de bebé. Norah nos volvió a unir, y yo me acerqué una noche a su oído a darle las gracias: Norah-Le dije- Nunca ningún monstruo pisará el suelo que tu haz llenado de alegría. Yo era una niña con muchas ganas de jugar, y el gigante seguía sin asomarse a mi pueblo. Mi padre seguía cultivando, mi madre seguía dando clases y yo empecé a darme cuenta de que esa guerra, no existía. Empecé a creer que solo había formado parte de un mal sueño, que no era la realidad. Aunque escuchaba que en algunos sitios, no muy lejos de mi hogar, ya había llegado la oscuridad, pero ¿Qué diablos?¿Sabes qué pasa? Que siempre piensas que a ti no te va a ocurrir. Andaba yo chutando una pelota cuesta abajo por un camino con dos amigas mías, cuando de repente el balón llegó a los pies de una señora; la señora estaba sentada en el suelo, y lloraba. Estaba vieja y arrugada, pero no vieja y arrugada guay como mi abuela, mi abuela tenía unas arrugas divertidas, bonitas, ella decía que esas arrugas, significaba que había vivido. Sin embargo, las de esta mujer, no estaban para nada llenas de vida, estaban llenas de muerte.
Esa noche volví a pensar en la guerra, y esta vez, vi la guerra en mi familia. Mi padre estaba llorando en su habitación mientras mi madre lo abrazaba, y yo nunca llegue a pensar que los papás también lloran. El monstruo seguía sin llegar a la casa, pero en cambio mi familia seguía hablando de problemas. Ya no comíamos pan con chocolate, y ya no me dejaban ir a jugar sola por la calle, y ya mi abuela no tenía esa sonrisa en el rostro. Oí que estaban teniendo problemas para conseguir sus pastillas del corazón, y, en ese momento me di cuenta que ya no vivía en un mundo seguro. Ahí comprendí que la guerra, no llega a tu casa en forma de destrucción, la guerra se presenta como una muerte anunciada, sin prisas, y la guerra, antes que con bombas, llega con terror.
Se volvió algo común el echo de no salir a la calle solo, se volvió algo común las conversaciones sobre robos, sobre pobreza, sobre hambre, sobre hombres armados en cada acera, se volvió común vivir sin vida, y eso que la guerra, aún no había pisado nuestro suelo. Así supe que nos estaban preparando, así supe que en algún momento todo iba a torcerse, así supe que mi hermana, nunca iba a poder crecer en el mundo que yo quería mostrarle, y así empecé a desear, que ella nunca hubiera nacido. Sin embargo seguíamos vivos, por lo que nunca llegué a ponerme en la piel de una víctima. Seguía siendo muy pequeña, yo tenía 12 años y mi hermana 2, quizás llegué a creer que Norah iba a crecer en un mundo feo, pero no en un mundo muerto. La guerra se introduce con terror,y os preguntaréis ¿Por qué ese terror? Por que solo pisa cuando menos te lo esperas. En mi caso, la guerra llegó un día soleado que podría haber sido un día cualquiera... Pero no fue un día cualquiera. La guerra llegó y con su primer soplido, nos robó el pilar más importante de nuestra familia. Aún recuerdo los gritos de la gente, el polvo, los escombros, el horrible pitido en los oídos, aún recuerdo mirar a lo lejos, y ver como el colegio donde yo había crecido, había sido reducido a cenizas. Aún recuerdo las voces de hombres desconocidos que me hablaban mientras mis ojos permanecían atónitos, diciéndome que había tenido suerte de haber llegado tarde ese día. Aún recuerdo como, en ese momento, yo no podía hablar ni oír nada, yo no podía sentir nada más que ojalá, ojalá esa bomba, me hubiera pillado bajo el mismo techo, que ojalá, ojalá mi madre, no hubiera tenido que morir sola, por que yo... Yo no podía vivir sola. Era tan pequeña que no pude asimilar, no pude aceptar que ella se había ido, se había ido con todos mis amigos, que nunca más iba a aparecer con galletas para mí, por que ya no iba a incordiarme con el bocadillo, que ya no habría más besos de mariposa, que ahora me esperaba toda una vida por delante, y no iba a poder compartirla con la mujer que me la había regalado. En ese momento dejé de ser una niña, mi casa ya no era un hogar, mi padre ya no era el mismo, mi abuela ya no brillaba, mi hermana, ya no era ningún faro. En ese momento lo único que seguía aportándome un poco de paz y de tranquilidad, o incluso diversión era mi perro, y no era por que él no entendía nada, todo lo contrario, mi perro entendió todo desde el primer momento, y por ello no volvió a separarse de mi lado. Lo malo de la guerra es que da igual lo unido que estés con alguien, eso no va a evitar que puedas perderlo, en la guerra, la gente no se aparta de tu lado, te la quitan. Un día Puki apareció colgado de un árbol. No había necesidad, no le había echo nada malo a nadie, no era un estorbo, era mi mejor amigo. Empecé a entender que no se trata de dos bandos, la guerra, saca lo peor del ser humano. Mi padre hablaba de huir. En la calle no había seguridad, con los días las bombas, los estallidos, los gritos y el dolor eran más comunes, nunca sabias cuando te iba a tocar. El mayor temor de mi padre era perdernos a mi y a Norah, y dijo que quería darnos  al menos la oportunidad de tener un futuro- Es vuestro derecho.- Lo murmuraba entre dientes, entre lágrimas. No nos convencía a nosotras, intentaba convencerse a si mismo. Técnicamente era nuestro derecho, aparentemente, nadie pensaba ya en gente como nosotros, para el resto del mundo  éramos un caso perdido. Queríamos huir, pero hacerlo era caro, suponía dejarlo todo atrás, venderlo todo, abandonarlo todo, suponía ir a ningún lugar, marchar sin rumbo a una tierra prometida, suponía emprender una travesía mortal, ¿Y que haces? ¿Dejas que te mate la guerra? ¿O dejas que te mate la marcha? Pero mi abuela no podía hacerlo con nosotros, estaba mayor y enferma, ya no se tomaba sus pastillas y se encontraba  débil, los mayores decían que hacer ese camino, era una muerte segura para ella. Me enfadé con todo el mundo, mi abuela era una luchadora, quedarse en el punto de fuego era una muerte segura, buscar un lugar mejor, le ofrecía una oportunidad al menos. Pero el destino tiene un humor irónico y macabro. Recuerdo una noche horrible en la que el ruido de las explosiones no cesaban, en la que el olor a fuego y la carne quemada llenó nuestros pulmones, en la que los llantos de los niños en la calle se convirtieron en una melodía fúnebre que nos acompañó hasta el amanecer. Y esa mañana... Esa mañana, mi abuela no despertó, se quedó en la cama en un profundo sueño, con los ojos cerrados y una mano en el pecho. Dijeron que había muerto de un infarto, mi padre se lamentó pero nuestros amigos hablaron de que ya no teníamos un problema para irnos. Y odié que la guerra convierta el amor por tus seres queridos en un problema. Mi abuela nunca fue un problema para mi, fue una inspiración, y todas las noches que llegaron, todas aquellas noches en las que andamos con un rumbo incierto, ella nos acompañó, pues le puse su nombre a las estrellas. Huir no supone coger un barco, dormir unas cuantas noches en un camarote y llegar a tierra firme, con un pasaporte nuevo y una vida por delante, huir para empezar se supone que huyes de la desgracia, y a la gente le aterra que la desgracia le persiga. Huir supone dejarlo todo atrás, y a la gente no  le gusta las personas que no tienen , pues significa que necesitan ayuda, y que deberán compartir. Huir supone marchar hacia lo desconocido por que siempre será mejor que lo conocido, lo cual es lamentable, y aquellos que no han vivido lo que yo viví no quieren o no pueden comprender que no todo en esta vida es tan fácil como simplemente haber nacido en el lugar correcto. Yo no nací en el lugar incorrecto, yo nací en una tierra hermosa. Yo nací en un mundo bonito carcomido por las sombras. Y las sombras queridos míos, están por todas partes, están también debajo de tus pies. Pero a muchas personas no les interesaba entender eso, y esas cosas eran las que oía todas las noches en el bote. Si, un bote, un bote lleno de personas. Estábamos mi hermana, mi padre, y yo, pero también nos acompañaban otras 30 personas , y todos lloraban. Uno de ellos no paraba de hablar de eso, de lo horrible que iba a ser todo cuando llegáramos a la tierra. Los demás escuchaban con rabia y dolor, casi con odio, nadie apreciaba a ese hombre en aquella barca. Él aseguraba que lo sabía por que lo había vivido, pero los demás no necesitaban una dosis de realidad, la dosis de realidad ya nos la habíamos llevado de nuestros hogares. Nosotros lo que necesitábamos era fe, una razón para no desistir. Pero una noche la tormenta fue horrible, las olas eran incesantes y se colaban entre nuestros pies. Una mujer gritaba de terror y el hombre pesimista no paraba de decir que íbamos a morir todos. Al resto de los integrantes de esa barca les desesperó tanto la situación que dijeron que si nos hundíamos, era por que había demasiado peso, y decidieron tirar al señor pesimista.
Mi padre no estaba de acuerdo, pero prefirió no encararse con el resto, decidió cambiar la vida de aquél señor solitario por la suya, pues él tenía que cuidar de nosotras, y a mí, a mí ya me daba igual, lo que fuera por sobrevivir, la guerra ya me había quitado mucho como para que la muerte pudiera dolerme de algún modo. Pero una de las cosas que tienes que entender sobre la guerra es que siempre puede quitar más, que no va a parar hasta que no te quede nada ni nadie y solo puedas perder ya la esperanza, y la esperanza es algo muy débil. Solo quedaban un par de noches, casi llegué a creer que quizás si podía volver a ser feliz, casi llegué a creer que quizá era cierto que me quedaba una vida entera por delante para volver a empezar. Pero el problema de que tu esperanza cuelgue de un hilo, es que desespera , y es muy fácil desesperar cuando estás en el medio del mar y sientes que el océano te va a comer. Es muy fácil desesperarse cuando vez que tu único medio de transporte, lo único que te mantiene separado de la profundidad del piélago se resquebraja, se rompe y se hace pedazos, así como lo poco que te queda de fe. Estábamos sin barca y sin rumbo los pocos supervivientes que quedábamos siendo arrastrados por las olas. Todo estaba oscuro y hacía mucho frío. Mi hermana se agarraba fuertemente a mi cuello y yo no paraba de gritar intentando encontrar a mi padre entre las cabezas de todos esos hombres histéricos y mujeres desesperadas. Escuchaba la voz de mi padre a lo lejos. Me llamaba y lloraba, yo podía notarlo. Mi padre estaba llorando y no pedía que fuera a encontrarle, quizás no andaba muy lejos, quizás no estaba ni herido, sin embargo, no pedía que fuera a encontrarle, solo repetía mi nombre, acompañado de una palabra: Hannah, viví, viví.
Aún creo que lo último que me dijo antes de ser tragado por el mar fue te quiero. Y yo a ti también te quería papá, y no quería que te fueras, pero entendía que ya no te quedaban fuerzas en tu cuerpo para nada más que rezar por mí. Solo unas horas más tarde nos rescató un barco, pero no un barco como el que habíamos usado nosotros, un barco de verdad. De mi grupo solo habíamos sobrevivido mi hermana y yo y otras dos mujeres. Primero cogieron a mi hermana que lloraba, luego a mí, después a ellas, y nos dieron mantas y algo de agua. Vimos que había otros como nosotros en el barco, la guerra nos había sacado a todos de nuestros hogares, estábamos enfermos, hambrientos y solos, olvidados. Yo tenía fiebre, frío, y sentía muchísimo muchísimo cansancio, y las personas del barco me miraban hablando un idioma que yo no podía comprender. Me hubiera gustado poder contaros un final feliz para esta historia. Es probable de echo que hubiera sido así si yo me hubiera llamado Hannah, pero yo no me llamaba Hannah. Yo me llamaba Mina, yo no tenía el pelo rubio con los ojos azules, yo no era blanca, yo tenía el pelo castaño y los ojos negros, y tenía la piel de canela. Mi hermana no se llamaba Norah, se llamaba Lina. No vivíamos en un pueblo de algún país asiático o americano, vivíamos en Siria. Y por alguna razón a muchas personas a las que les podría estar emocionando este cuento, ahora de repente, va a dejar de importarles.
En la declaración universal de los derechos humanos de la ONU, dice que todas las personas por el simple echo de su condición humana, tienen la garantía de una vida digna, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia deben tratarse fraternalmente los unos con los otros. Sin embargo estoy seguro de que si mi nombre hubiera sido Hannah y no Mina, que si mi aspecto hubiera sido el de esta chica que lee mi cuento, y no el de una mujer siria, el mundo me hubiera recibido con mucho menos terror. Europa recibió millones de personas con represión y desconfianza. Personas que solo huían de la guerra, que eran víctimas, familias destrozadas separadas, masacradas, mujeres embarazadas muriendo de hambre, de sed, de dolor, hombres heridos buscando a sus hijos entre las multitudes, gente como tu y como yo siendo golpeados, humillados, insultados y rechazados por un continente entero ¿Y las razones? No tienen ninguna lógica ¿Miedo a lo desconocido? ¿A perder lo que uno posee? Morí en el camino hacia la libertad. Murió toda mi familia, solo quedó mi hermana, perdida con cuatro años, en un mundo que no estaba dispuesto a aceptarla, viviendo en campamentos con otros miles de refugiados, teniendo que agradecerle al cielo que hallan unas pocas personas que tengan la voluntad de ayudarla, y sí,encima tiene que sentirse agradecida, simplemente por que alguien le aya dado la oportunidad de tener unos derechos, agradecida a pesar de que ya no le quede a nadie en esta tierra, encima se tiene que sentir agradecida, por supuesto. Este cuento comienza con una chica, esa chica soy yo, me llamaba Mina, sin embargo, para cuando alguien termine de contarlo, mi nombre ya habrá sido olvidado, y tu, simplemente, pasarás página...

martes, 7 de febrero de 2017

INSUSTITUIBLE by Miare's Project (Poesía)

22:12
Fría como el hielo de un helado en pleno Agosto.
Seca como un suelo a pesar de haber llovido.
Viento que te calma en algún camino angosto,
dulce confesión de un delito reducido. 

Fiel como un sabueso a tus pies siempre postrado, 
protector devoto del honor de tu palabra.
Por ti he ejercido de psiquiatra y abogado, 
y he acabado interna de esta crónica macabra.

Blanca como el foco que apuntas a tus ojos
cada mediodía que recuerdas tu trabajo. 
Años evitando de tu corazón enojos
siempre dirigiendo mi cabeza hacia abajo.

Verdes que te miran mis pupilas confundidas,
rojo que refleja el sangrado de mi pecho.
Dices que me quieres, son palabras subjetivas,
pues de amar a esto considero que hay un trecho.

Lisos como el folio en el que escribes son mis labios,
dulces, pero hoy se han llenado de veneno.
Pues de estar jugando a los insultos y agravios
me he perdido un poco en el cieno del terreno.

Pero sabes bien que sangrante, verde o perra,
soy siempre la única que ha estado a este lado,
que en tu nombre siempre he marchado a la guerra,
y en tu nombre siempre he ganado si he luchado.

Pregúntate hoy si la vida que ahora escoges,
supera en algo a la que podrías haber tenido.
¿No se dice eso, que si siembras, bien recoges?
Yo he sembrado un mundo y a ti te lo he ofrecido.

Imagino que estamos dados al error, 
y soy alma penitente esperando a tu regreso. 
Yo me vendo al aire, tú te vendes al clamor,
mientras rompes las promesas que sellamos con un beso.

Pero dulce como el eco que te queda en la lengua
de la miel de cada flor que hayas disfrutado.
Fiel como la luna que se crece y luego mengua
para darle ideas al poeta enamorado. 

Única. Es así. Insustituible.
No importa que copies mi sonrisa en otra boca.
No importa que busques otros iris de esmeralda.
Escucha un momento la sentencia de esta loca:
nunca encontrarás en otros ojos mi mirada.

Siempre terminar con una historia sienta mal.
Y esto me parece un destino lamentable,
pero cada cuento tiene un punto y final
y un protagonista para el resto irreemplazable. 



sábado, 4 de febrero de 2017

Escarcha by Celopan (Poesía)

22:19
Si tu fueras fuego yo sería mucho más que hielo. Porque siempre fuimos opuestos. O más bien antagónicos. Eso creía.
Mi cama aún huele a ti. A ratos. Y el armario aún te tiene dentro. Conservo los recuerdos y elimino los deshechos. Las discusiones y las borderías. Esas que tan poco me importaron siempre.
Respiro y te exhalo, a ti y a cada parte de tu cuerpo que aún conservo sin saber muy bien por qué en los adentros de mi ser.  Devoro libros y billetes. Facturo y viajo. Y todo sigue igual. 
Preparo algo mejor los guisos e incluso me organizo la vida. Quiero tener un perro y pienso en hacer deporte. Llamo a mi madre casi cada semana y tengo más de dos outfits diferentes. ¿Qué me estará pasando? ¿Habré cambiado?
No quiero un iPhone 7. Tampoco unos zapatos mejores. Quiero disfrutar más de cada día y reírme un poco más de las tonterías y pensar menos en los problemas. Pero sin embargo, todo sigue igual.
Para ti. 
En unas semanas -incluso días- acaba(s). Esta etapa. Paso página y empiezo un nuevo libro -literalmente-. Pese a que eso ya lo hice hace tiempo (quiero creer). Y lo acabé aunque ni quisieras saber de él, cómo también hiciste conmigo. 
Te quiero. Y me gustaría sentir algo más que ese frío que siento cuando te veo y te pienso. Quizás fueron tus formas, tus tweets o tus chiquilladas, pero ahora soy escarcha. Contigo.
No me afectas ni me dueles. Disfruto lo bueno y evito lo malo. Observo, rectifico y pido perdón. Espero y dejo de esperar. Enciendo la cámara y comparto mis gilipolleces.
Y me equivoqué. Nunca fuimos opuestos, no fuimos antagónicos ni la triste historia de la luna que nunca podía conocer a su amado sol. Siempre busqué algo más que una simple figura al otro lado de la cama. Y lo supiste desde el primer día.
Un día me di cuenta que yo era mucho más que esa pura escarcha en la que me había convertido. Qué tenía luz y calor propio. 
Dicen que quien juega con fuego, se quema. Qué irónico que después de tanto jugar ni siquiera me llegabas a quemar. 
Me hubiera gustado una contestación. Privada. Hablar las cosas e incluso un café. Sí, a mi, que ni me gusta. Pero me cansé.
Busco algo de calor entre tanto invierno artificial. Que me quemen y me digan que fue queriendo. 
Eso es lo que todos queremos. Un fuego que nunca se apague y que como mínimo, si lo hace, lo haga después de haber dado toda la mecha posible. Siempre me gustaron poco los cobardes, ¿porqué tardé tanto en recordarlo?
Siempre me dijiste me buscara a alguien como yo. Qué así sería más feliz. Confirmo. Soy feliz. Conmigo. Ojalá pudieras decir lo mismo.
- David.

Redes sociales del autor

Nuestro Rincón

8:27
   Hola, acá les daré una leve introducción a el mundo que estoy creando.

Acá escribiré de lo que me apetezca, de lo que yo quiera y lo que yo piense sobre ciertos temas. Obviamente me confundiré, aunque esté detrás de una pantalla sigo siendo humano, un adolescente. No debo darle explicaciones, de nada, a nadie, no le rindo cuentas a nadie. ¿Te gustaría unirte a este viaje? Prometo que te gustará.

Todo el mundo, siempre, quiso abrir la boca y soltar un gran grito, pero nunca lo hacen. Muchos por miedo o vergüenza. Acá vos podrás hacerlo, ya que el lugar es abierto para cualquier tipo de contenido, amo escribir o transcribir (aunque la mayoría de entradas serán MÍAS).

Este no será solamente mi blog, también es tuyo. Ahí tendrás mis redes sociales para que, cuando quieras, puedas enviarme algo que quieras que yo transcriba en mi blog, dándote anonimato o tu propia imagen, solamente deberás pedírmelo, pero siempre con educación.

Tengo la prepotencia de cualquier niñato inmaduro de 17 años, no se sorprendan que de un día para otro esté insultando a cualquier persona, o amando a todo el mundo.

Tengo pensadas varias cosas en este lugar, cosas que se ven bien en mi mente, pero sé que serán mierda en el mundo real. No importa, trataré de implementarlas para ser un blog distinto, tal vez alegre.

Tengo unos leves pensamientos que te darían repulsión tan solo conocerlos, ¿Quieres vomitar la pantalla? Quédate. 

Gracias.

-El Rincón de Brunox.- 


Imagen creada y enviada por OASIS DARK, visita su blog.

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